6 aportaciones del mundo científico a la empresa: una perspectiva personal

Un par de años antes de terminar la carrera de Física, comencé a colaborar en el Departamento de Física teórica, atómica y óptica de la Universidad de Valladolid. Trabajé en un proyecto biosanitario para medir el scattering que se producía tras realizar operaciones de miopía en las córneas.

Diseño Experimental Scattering

1 – Trabajo duro

Mi primera tarea fue ir a Secretaría a por una carpeta archivadora de cartón y rotularla “Córneas”. Eso, y coger un cristal transparente y hacerlo difusor. “¿Cómo lo hago?” pregunté. “Raspando”, me respondieron dándome un papel de lija y sonriendo. Y me pasé los siguientes minutos frotándola con toda mi energía para crear un difusor. Cuando llegué a casa, expliqué emocionada mi primera contribución a la ciencia: montar una carpeta archivadora, rotularla y “estropear” una lente transparente. Recuerdo como si fuera hoy la emoción con la que expliqué aquel inicio, y cómo me temblaba la voz: “¡acabo de ver nacer un proyecto!”. Nunca he olvidado esa sensación: la ilusión por trabajar, por comenzar desde cero, sin importar el glamour de la tarea que tuviera que realizar.

2 – Aprovechamiento de los recursos

En aquella etapa también fui comprendiendo que los proyectos no se sustentaban solos, y que la clave era la financiación. La verdad es que era algo que los estudiantes no teníamos en mente, lo nuestro era estudiar y comprender la ciencia, no cómo buscar medios para que ésta avanzara. Por tanto, a lo largo de los años fuimos viendo también la dificultad de mantener un grupo de investigación, el papeleo para conseguir líneas de crédito, subvenciones, o todo lo que fuera necesario. En cualquier caso, aprendimos que los recursos son finitos y que hay que saber aprovecharlos. Por ejemplo, usábamos un líquido que contenía nanoesferas para uno de nuestros modelos. Cuando mi tutor me comentó su precio… ¡No queráis saber a cuánto salía la gota! Así que todos nuestros esfuerzos iban encaminados en buscar la eficiencia en nuestros ensayos. Ni una gota derramada en balde. Eficiencia y reducción de costes, a nivel básico y aplicado.

3 – Creatividad e Inteligencia

Aún con una política de ahorro máximo, no siempre teníamos todos los recursos. Así que la siguiente enseñanza fue que la inteligencia y la creatividad pueden suplir en muchos casos las carencias materiales. Recuerdo que cuando hicimos las primeras pruebas de nuestro diseño experimental, vimos la necesidad de tener un sistema amortiguador para una parte del sistema, y un contrapeso para la otra. El presupuesto era limitado, así que la solución nació de un poco de fieltro superpuesto que amortiguó lo necesario, y unas cuantas llaves inglesas unidas en un manojo, que nos sacó del apuro.

4 – Gestión multidisciplinar de equipos

En este proyecto también era crucial coordinar a los diferentes grupos que participábamos: oftalmólogos de la Facultad de Medicina e investigadores del IOBA, y a nosotros mismos. Y hacerlo bien, porque las medidas no se podían repetir por el elevado coste que conllevaba. Así que aprendimos a gestionar equipos multidisciplinares, a coordinar los diferentes intereses y a aprender de los demás. Era frecuente consultar con otros compañeros, sobre técnicas, artículos o experiencias que pudieran ayudarnos a enfocar los problemas con los que íbamos encontrándonos.

5 – Afán de superación ante los problemas e imprevistos

Recuerdo una exposición en una jornada que organizaba el IOBA para presentar los proyectos. Pues bien, horas antes mi tutor me susurró que estaba afónico. Me dijeron: él no va a poder exponer así que tienes que exponer tú… Se me paralizó el corazón, creo que jamás he tenido más nervios que aquella mañana en la que científicos venidos de otros países nos rodearon a mi póster y a mí, y escucharon mis explicaciones. Y esa mañana, además de perder cualquier resto de miedo escénico, aprendí que es normal tener miedo a lo desconocido, pero que hay que luchar para superar los miedos y crecerse ante los imprevistos.

6 – Importancia de la comunicación

Aunque pueda parecer que el fin último del mundo científico se enroca en sí mismo, la verdad es que gran parte de la actividad de un científico está abierta hacia los demás, hacia la comunicación. De nada nos valía las horas interminables de medidas, la coordinación, el diseño y la eficiencia si no compartíamos nuestros resultados con los demás: ponencias, artículos, seminarios. Por supuesto, aquellos años supe que también era crucial el modo de presentar los datos, la estrategia al elaborar un paper, la importancia de los idiomas, el cómo mostrar en un powerpoint y una charla de una hora el trabajo de cuatro años, cómo hacerlo interesante, cómo hacer que no pierda su relevancia, cómo defenderlo de las críticas en una exposición ante expertos. En definitiva, en aquella etapa aprendimos la importancia de comunicar nuestros resultados a los demás, y hacerlo de forma elegante, precisa y eficiente.

Han pasado muchos años desde que dejé ese mundo para centrarme definitivamente en el mundo de la empresa privada pero, cada una de las experiencias que aprendí en esos años, siguen muy presentes en mí. Creo firmemente que el mundo científico, y los que provenimos de él, tenemos mucho que aportar en la empresa. Y desde aquí, además de revindicar esa idea, también quiero rendir un pequeño homenaje a todos los compañeros del Departamento cuyas enseñanzas siguen presentes en mis acciones aunque, a día de hoy, yo haya cambiado el cómo calibrar un láser por el cómo optimizar una query.


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