Límites de los Sistemas de Información Sanitarios: Infraestructura

En la entrada anterior hablábamos de la aparente paradoja entre tecnología y medios analógicos, por la existencia de aspectos que pueden limitar la percepción que se tiene de la tecnología como un recurso útil en sanidad (y en general). Hoy vamos a ver el primero de ellos: la limitación que puede imponer la infraestructura a un sistema de información sanitario.

La infraestructura sobre la que asentar los productos tecnológicos sanitarios puede ser un serio limitante. Imaginemos un coche de alta gama deportivo, diseñado para obtener su mejor rendimiento en autopista, que tuviera que ser utilizado sistemáticamente en veredas de montaña. Pues algo así nos pasa si nuestro presupuesto, redes y equipos no se alinean con los productos que utilizamos en ellos. Muchas veces el rendimiento de las aplicaciones se ve limitado por la infraestructura que lo sostiene. Y el usuario final, lo único que sabe es que “la cosa no tira”.

  • Presupuesto: Muchas veces nos olvidamos que cualquier proyecto, y los tecnológicos están incluidos, necesita de un presupuesto económico. Si esto falla puede que las infraestructuras que sostengan nuestros sistemas informáticos no estén a la altura de lo que se va a demandar de ellas. Las políticas estratégicas, los recursos disponibles y las políticas de gasto influyen en el desarrollo tecnológico de nuestros activos. No tener en cuenta este punto es dejar de lado un pilar fundamental.
  • Redes: En un mundo hiperconectado, en el que la distribución geográfica de complejos asistenciales, centros de salud y consultorios hace necesario pensar en sistemas distribuidos, si la red falla, ya podemos tener los mejores aplicativos, que no servirá de nada porque el rendimiento caerá en picado. Por ejemplo, en sistemas informáticos en los que hay cientos de usuarios concurrentes, la congestión de la red puede ser desastrosa. Y el usuario final no tiene por qué conocer todo esto. El usuario no va a quedarse más tranquilo si se le dice que la aplicación no falla, que es un problema de comunicaciones. Para el usuario lo que sucede es que “la cosa sigue sin tirar”.
  • Equipos: Si el parque de equipos de nuestros usuarios está desfasado puede que el rendimiento de las aplicaciones que tengan que correr en ellos también se vea afectado. Este punto enlaza directamente con la existencia de un presupuesto adecuado (algo peliagudo en los tiempos que corren, está claro). Y hay que tener en cuenta que en cualquier cadena, es el eslabón más débil el que marca la vulnerabilidad del sistema. Con esto quiero decir que hay que a la hora de invertir en infraestructura hay que considerar tanto los grandes servidores como los puestos de trabajo desde donde accederá el cliente final.

Contar con una infraestructura de calidad, adecuada al propósito y al uso que va a hacerse de ella, es un factor determinante para no lastrar el rendimiento de los sistemas informáticos que se usen en ella. En la era de las “autopistas de la información” habría que buscar no encontrarnos con bólidos que se encallen en pistas forestales.


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