¿Estás enganchado al Fast Management?

¿Crees que puedes hacer varias cosas a la vez? ¿En serio? ¿Puedes? Si estás convencido de que la tecnología te otorga esta capacidad, entonces quizás estés enganchado al fast management.

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Los medios que ahora tenemos a nuestro alcance nos permiten estar siempre conectados (always on) y parecen pedirnos a cambio que tengamos siempre y en todo momento respuesta para todo y, por supuesto, que esa respuesta sea instantánea. Así que la gestión de muchos de nuestros asuntos podría ser definido como un “fast management”, cuyo lema sería: Estímulo, acción y reacción.

Para reconocer a un seguidor de esta filosofía de la gestión ultrarrápida simplemente hay que observar a nuestro alrededor. En el ecosistema profesional se ve con claridad cuando llega un asunto por mail que se atiende en el móvil o por whatsapp, se escanea con rapidez, uno se hace una idea general de lo que trata, se piensa en cómo darle salida y en muchas ocasiones se reenvía al equipo que convenga. Fin del problema, dos segundos y ya está, se ha cumplido con las máximas de inmediatez y de eficiencia. Pero, ¿a qué precio? ¿Este proceso es de calidad? ¿Esta inmediatez permite la reflexión? ¿La velocidad de respuesta es proporcional a la calidad de la solución?

No dudo que haya ciertos temas urgentes que puedan ser tratados de esta forma, al menos como una primera aproximación. Pero el problema es cuando todo, absolutamente todo, se convierte en un mero despacho de temas, sin reflexión. Sin un tiempo para sopesar de qué trata realmente el problema, sus implicaciones, un tiempo de lectura serena, y ¡relectura, incluso! Seguro que hay asuntos que merecen nuestra atención y no tratarlos en medio de otro mar de tareas que dispersa nuestra atención.

Y ahí está la clave: la atención. Siempre me he figurado nuestra atención como un foco de luz que puede llegar a tener una intensidad máxima. Si el foco se concentra en un área pequeña la luminosidad de ese área será muy alta, pero si ampliamos la zona que pretendemos iluminar, y la seguimos ampliando, más y más, intentado abarcar cuanto más espacio mejor con la luz de nuestra atención… al final tendremos una penumbra muy agradable sobre una vasta extensión pero que quizás no nos sirva ni para ver los titulares de un periódico. Somos nosotros los que tenemos que elegir qué proporción entre amplitud y foco deseamos darle a nuestra atención. Y por supuesto, sobre qué cuestiones enfocarnos.

Esto que os cuento se trata mucho en los artículos de productividad personal que he ido leyendo en los últimos años. ¿No os parece curioso? A medida que la tecnología nos proporciona más herramientas para estar en modo multitarea, más necesarias parecen las técnicas para centrarnos y mejorar nuestra productividad personal. Eso, en mi opinión, solo indica una cosa: la tecnología no cambia nuestra naturaleza, no puede hacerlo aunque lo pretendamos. Tenemos una cierta capacidad de automatizar tareas, y está genial que así sea, pero hay otras que requieren toda nuestra atención, todo el foco en la tarea que tenemos entre manos, y eso no lo cambia ni el whatsapp ni el mensaje de que tenemos un nuevo mail por responder en nuestro móvil. Por eso muchos profesionales ahora se ven desbordados, con sensación de urgencia e ineficacia, por mucho que se pasen las horas del día atormentados por el fast management del que ya son esclavos.

¿Mi antídoto personal contra el (mal) fast management? Escuchar, leer, analizar, sopesar, reflexionar y actuar. Seis pasos quizás poco glamurosos porque no llevan ni el prefijo i- ni el Smart- de nuestro tiempo, pero os aseguro que son seis pasos que pueden aseguran buenos resultados.

 

Image: ‘Muliple Laptops : Beethovens Macbook Symphony’ – Found on flickrcc.net


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