Proactividad: ¿Cómo hacer visible lo que no llega a suceder?

Imaginad que en el trabajo se os estropea el ordenador, y le pasa lo mismo a vuestro compañero.

A vuestro puesto llega Lucas, que es un técnico informático que se anticipa a los problemas y que lleva la lección aprendida porque ha sido proactivo: conoce tu sistema operativo, tiene varios programas para solucionar los problemas más habituales (que lleva consigo), ha planificado los pasos a dar cuando le has contado tu problema y lo tiene todo preparado. Está un rato contigo, sigue los pasos del procedimiento que ha diseñado previamente y en un par de minutos tienes tu equipo listo. Además te instala un software adicional para que no vuelva a ocurrir.

Al puesto de vuestro compañero va otro técnico, pero de estilo reactivo, Carlos que se considera una persona con recursos. No conoce bien ese sistema operativo, no lleva las herramientas y desde luego no se ha preocupado por estudiar nada relacionado con tu problema, porque ya improvisará. Tarda un buen rato en descubrir dónde está el fallo, llama a varios compañeros, os comenta que la cosa pinta fea, que tendrá que revisar una serie de archivos, que posiblemente tenga que reinstalarlo todo. Tarda unos días en tenerlo todo listo. Al cuarto día de estar funcionando vuelve a estropearse, con lo que tiene que volver y se anota otra salida, otra incidencia y os dice con cara de circunstancias: “lo que yo te decía, majo, es que es un problemón”.

En el sistema que contabiliza su trabajo, Lucas tendrá solo una incidencia que habrá durado unos minutos. Mientras, Carlos habrá rellenado por su parte varias anotaciones, su incidencia ha durado varios días y además ha tenido varias salidas. A ojos de un espectador que vea el parte de incidencias, ¿quién parece haber trabajado más? ¿Quién parece haber tenido el problema más complejo? ¿Dónde y cómo se anota lo que no ha sucedido gracias a la proactividad de Lucas? Por otra parte, ¿quién prefieres que te atienda Lucas o Carlos?

En el fondo, el ejemplo que os pongo es parecido a lo que pasó con el efecto 2000, ¿os acordáis? Durante meses nos dijeron que si no se solucionaba el efecto 2000 de los equipos, al llegar esa fecha los sistemas colapsarían; y también indicaron que muchos técnicos estaban trabajando para solucionarlo antes de que sucediera. Por supuesto, llegó el momento. Y cuando nos comimos la última uva, el mundo siguió su curso: no hubo colapsos ni catástrofes.

Apareció poco después, en el periódico que solía leer entonces, un artículo de opinión en el que se decía algo así como “bah, tanto revuelo con el efecto 2000 y al final no ha sucedido nada”. No sé si el efecto 2000 era para tanto pero, si fue cierto que hubo técnicos trabajando en parches para solucionar proactivamente lo que se avecinaba, aquel comentario hacía ver que su trabajo proactivo (para evitar un posible mal futuro) carecía de importancia.

En mi opinión, ése es precisamente el problema de la proactividad: nos encanta sentir sus efectos pero no sabemos cómo valorarla.

Supongo que el núcleo de la cuestión es que, por desgracia, las labores proactivas son casi siempre invisibles. Bueno, es cierto que puedes ver a una persona trabajando en asuntos proactivos, pero ¿cómo se cuantifica su resultado? ¿Existe algún sistema en el que registrar incidencias que se evitaron? ¿Cómo cuantificamos los efectos positivos de la proactividad? ¿Cómo medir los resultados de la proactividad, si éstos son precisamente hechos que no llegan a suceder?

Es muy difícil porque no se puede cuantificar ni llevar un registro de lo que no ha sucedido. Por eso las actividades proactivas muchas veces pierden la batalla ante una cultura reactiva, de apagar fuegos, de ir sobre la marcha, sobre todo en entornos en los que los medios de evaluación y recompensa se basan en hechos reales (en el sentido de “sucedidos”).

Aunque tengo claro que lo reactivo se ve más que lo proactivo, también tengo muy claro que la proactividad es la base de la profesionalidad y por eso precisamente es importante dedicarle nuestra atención y fomentarla. Pero ¿se os ocurre alguna manera de que se tome conciencia de lo que se gana con ella? ¿Existe algún método para cuantificarla, valorarla y resaltarla? En vuestras áreas de conocimiento, ¿utilizáis algún procedimiento para ello?


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