¿Usas información errónea? Entonces la tecnología no importa

Ayer tuve que ir a mi centro de salud y al llegar a la puerta 30 comprobé que mi médico habitual estaba de vacaciones. Me indicaron que la Dra. X era su sustituta, así que busqué la consulta de esa doctora  y encontré el siguiente aviso pegado en su puerta:

Mensaje Erroneo

AVISO

La consulta de la Dra. X se pasará hoy en las consultas:

Dr. Y Puerta 15 de tal a tal hora.
Dr. Z Puerta 20 de tal a tal hora.
Dr. W Puerta 30 de tal a tal hora.
Dr. G Puerta 40 de tal a tal hora.

 

Tras leerlo me quedé un poco perpleja y releí el cartel. Vamos a ver, me dije, según esto lo que dice es que la doctora parece que se va a repartir entre las varias consultas de los médicos que están de vacaciones. Pero una de las personas que esperaban me dijo que no leyera más, que era ahí.

Al final hice caso del conjunto de “expertos” pacientes que llevaban más tiempo esperando. Y tuvieron razón, era ahí. La mayor parte de los que fueron llegando detrás de mí se hicieron la misma pregunta al leer ese mensaje y aunque la mayoría –ante la duda- hizo caso de los expertos, otros deambularon por el centro de salud en busca de explicación, volviendo a nuestra zona minutos después.

Estaba claro que el mensaje estaba mal redactado porque donde ponía: “La consulta de la Dra. X se pasará hoy en las consultas:…”, debiera haber puesto como mínimo: “En la consulta de la Dra. X se pasará hoy las consultas:…”

La diferencia en el mensaje la marcaba una única preposición «en» mal colocada. He de reconocer que soy una fanática de la comunicación y del lenguaje, así que estas cosas me llaman mucho la atención. Más aún si provocan problemas a los demás.

Así que este fallo en el mensaje fue motivo de charleta junto con las especulaciones de por qué el retraso era mayor de lo esperado. Y esto, además de entretener mi espera, me llevó a reflexionar sobre dos puntos interesantes:

En primer lugar, el papel que ocupa la información en el binomio Tecnología de la Información: muchas veces nos enfrascamos en todo lo que rodea a la información: la tecnología. Pero de nada sirve tener una buena impresora, papel, redes y un programa ofimático si el mensaje es erróneo o la información no es precisa. La tecnología de la información debe estar precisamente al servicio de la propia información. La tecnología es un facilitador pero la esencia es la propia información, y eso a veces se olvida, como al redactor de ese aviso.

Por otra parte, la validación social de los mensajes o  dicho de otro modo, la importancia de la opinión de los demás en nuestras decisiones. Ante la duda razonable creada por el mensaje confuso, fueron los pacientes expertos los que proporcionaron información adicional (contradictoria con el mensaje “oficial”) y los que decantaron la decisión (quedarse o no) de los que teníamos dudas. Este mecanismo lo experimenté en vivo en la sala de espera  pero constituye la misma esencia conductual de los sistemas de recomendaciones y opiniones que tienen muchas webs comerciales, y que pueden confirmar o desmentir el mensaje principal (estoy pensando por ejemplo, en webs de viajes en los que los propios usuarios califican y opinan sobre los hoteles, por ejemplo). La verdad es que la validación social es tan poderosa que incluso puede hacer que vayamos en contra de nuestras propias percepciones. Parte de esto que comento, se estudia en el experimento de Asch, y aquí podéis ver un resumen de en qué consiste (subtítulos en español): http://www.youtube.com/watch?v=wt9i7ZiMed8

 


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